“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mat. 4:19).
Jesús veía a cada uno a través de los ojos de la compasión divina. Veía a Pedro no como un pescador rudo y ruidoso, sino como un poderoso predicador del evangelio. Veía a Santiago y a Juan no como radicales ardientes y de mal genio, sino como proclamadores entusiastas de su gracia.
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