“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil. 3:8).
Cuando Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, sufrieron su primera pérdida, la pérdida de la inocencia. Y esta inocencia perdida fue reemplazada por el egoísmo, el conflicto, la culpa, y el deseo de control y supremacía entre ellos.
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