“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Heb. 10:23, 24).
Al tratar de cumplir la misión cristiana, no debemos subestimar el potencial de la iglesia como una comunidad organizada de creyentes. Ya hemos mencionado los desafíos que podemos enfrentar al intentar afrontar la injusticia y la pobreza. Pero al trabajar con hermanos creyentes en una comunidad de fe, podemos ser una bendición para quienes nos rodean.
Kommentare