“Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá” (Esd. 1:2).
En los escritos de Jeremías, Dios había prometido que su pueblo volvería a su tierra después de setenta años de exilio en Babilonia. El rey Ciro fue el instrumento de Dios para permitir este retorno. Ungido por Dios (Isa. 45:1), Ciro emitió un decreto alrededor del año 538 a.C., por el que liberaba al pueblo de Dios para que regresara a su país y reconstruyera el Templo.
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